Para recordar el Pumpumyachkan tinkuy 2023
TEXTOS
Volver a la tierra: Reflexiones en torno al Laboratorio de creación audiovisual con nuevos medios y tecnologías libres | Angel Salazar [AR/EC]
X Futuro X | Susana Chau, Robot_infame [CL]
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Volver a la tierra:
Reflexiones en torno al Laboratorio de creación audiovisual con nuevos medios y tecnologías libres
Las alusiones de lo tecnológico en esta época nos llevan generalmente a imaginarios ajenos a nuestra realidad y que contemplan una suerte de visión globalizadora sobre el futuro; en algunas ocasiones esperanzadoras para superar las crisis que atravesamos y en otras con miradas frecuentemente pesimistas sobre los límites de lo que consideramos nuestro mundo. Es claro que la idea de lo tecnológico como tal engloba muchos pensamientos con los que no nos sentimos del todo identificados. Muchas cosas se ven lejanas.
Una tercera posibilidad podría plantearse de forma inversa: ya no de lo global hacia lo local, sino de lo situado a lo planetario. El proceso de colonización tecnológica y sincronización temporal que nos ha llevado a la hegemonía de lo que podemos llamar “mono-tecnológico” implica no solo lo tangible de las herramientas y sus posibles desarrollos, sino la forma específica de la construcción de las relaciones materiales – sociales que inevitablemente se producen en la dialéctica de su propia existencia. La conciencia de esta narrativa bajo la que se construyen como lenguaje las herramientas a las que podemos acceder es la que posibilita la mergencia de esta tercera opción.
Diversificar la tecnología como planteó Yuk Hui en «Fragmentar el futuro», conlleva emprender el camino del desarme intencional, la diversificación de las técnicas en relación a las cosmovisiones de quienes las producen y utilizan, armando así otros lenguajes, narrativas, tiempos y condiciones de existencia. El pensamiento detrás del concepto de -tecnologías libres- es coherente con la descentralización de sus creadores para transformarse en una especie de red que se dirige en muchas direcciones pero que conecta y se alimenta de cada una de las localidades que la conforman. Esto, como metáfora vincular, nos llevaría al concepto de lo planetario en contraposición a lo global.
El «I Laboratorio de creación audiovisual con nuevos medios y tecnologías libres», propuesto por el Pumpumyachkan tinkuy de asimtria.org, sucedió como un espacio donde lejos de la formación en conocimientos, surgieron varias formas de cruce de saberes. Bajo la premisa del SumaqYachay (Buen aprender) y el previo acuerdo de un espacio seguro los intercambios de lxs participantes sobre la memoria familiar, la relación con el propio territorio y las prácticas culturales locales, cargaron de diversos sentidos las herramientas compartidas en el laboratorio como los algoritmos de aprendizaje automático (IA), la generación de objetos digitales, registros en Video 360, exploraciones sonoras, espacios inmersivos y la interacción cuerpo – imagen digital.

Los diferentes modos de organizar las experiencias propias construyeron conocimientos que integraron diversas tecnologías conformando lenguajes situados para narrar, reconstruir y dialogar sobre lo local, pero a la vez posibilitando una dinámica que no se opone a tecnologías con menos libertades, proponiendo así una posibilidad de creación, reflexión y desarme.
Historias sobre migraciones internas, la construcción de la identidad, la memoria local, las experiencias y saberes agrícolas locales, las transformaciones del habitar y el cuestionamiento a los procesos de colonización fueron las narrativas que atravesaron las propuestas audiovisuales resultantes de este laboratorio situado en territorio andino.
El gesto de volver a la tierra, se convierte así en un cambio de mirada, un llamado al reconocimiento crítico de lo que subyace materialmente e inmaterialmente a la construcción de las tecnologías dominantes a la vez que propone reubicar un punto de partida desde el cual empezar a diversificar las prácticas artísticas tecnológicas de manera contextual y situada.
* Fotografías de Natalia Martinez Borja del Taller Pintando el camino.
X Futuro X
Susana Chau, Robot_infame [CL]
El futuro, siempre el futuro. Estamos viviendo una época dónde pareciera que el futuro nos cayó encima y no queda más que la resignación de aceptar como profecías autocumplidas todas aquellas películas sci-fi distópicas, en donde el ser humano ya acabó con la tierra. Quizás nos parece más cómodo estar así, quizás.
Sin embargo aún nos queda re-escribir esa idea de futuro y lanzarla por sobre la promesa de desarrollo que trajo la ciencia y la tecnología – como relato hegemónico del occidente – contando nuevas historias, otros mitos y nuevas profecías sobre un futuro, tal vez, más allá de nosotres como corporalidades humanas, más allá de las corporalidades poshumanas, más allá de la posnaturaleza incluso.
Esto no con un afán de esperanza, sino con un afán de recuerdo. Cuando éramos niñes soñábamos muchas cosas, nuestra conciencia del mundo era otra. Las historias, las fantasías nos hacían ir hacia lugares nuevos, fuera del plano terrenal. Fuese la realidad que cada une viviese, existía ese portal fuera de este mundo. Y luego todo se puso grave.
Esta demás decir que el modelo económico imperante tiene como esclavos de la producción a cuerpos, territorios y máquinas, teniendo como epicentro el humano. Este sistema pone a nuestra especie en la cúspide de la escala evolutiva, siendo el imaginario que la humanidad ha forjado durante su malograda transición. Pero su núcleo radica en un proceso simbólico de miles de años de hacking a nuestra memoria común, y por otro lado, al hacking de nuestra estructura genética, siendo parte de las transformaciones tangibles. Este pirateo también se extendió al entorno, plantas, animales y todas las especies posibles de transformar.
Sin embargo arriba de nuestras cabezas se extiende el universo, el gran misterio, lleno de estrellas y planetas con otros relatos; y a los cuales se busca acceder llevando la terraformación de marte, la luna y cuanto astro gobernable por nuestra mano se pueda. Este lugar dibujado como inhóspito en la cultura pop, lleno de posibles otredades, sin embargo es el dador de vida, se mueve, tiene su energía vital propia. Es aquí dónde la imaginería y alguna realidad se mezclan.
De esto se desprende: Un viento cálido que trae un rumor, taller de de relatos ficcionales de topías de futuro, taller realizado en Qosqo, que fue una experiencia personal que me llevó a una reflexión corporal sobre el tema que me convocaba: hablar del futuro, lugar colonizado por una hegemonía tecnológica que nos lleva hacia la uniformidad, a ser cuerpos homogéneos. Y nada mejor que Qosqo para recordar que esa idea de regularidad no existe, porque en la realidad el presente se presenta, según el espacio a dónde te diriges.
Mi llegada estuvo marcada por una gripe persistente, la fiebre y los efectos de la altura. Cuatro días, donde el tiempo pasaba con soles y noches, unificados por la molestía corporal, que sólo pude romper por el cariño y el apoyo que tuve por parte de todes los participantes del encuentro Pumpumyachkan. A pesar de estas adversidades, al final mínimas, la experiencia de este paso por territorio Inka me dejó con una profunda reflexión que aún perdura sobre el cuerpo, las tecnologías, los territorios; y obvio el futuro.
El taller se desarrolló a lo largo de dos sesiones. En la primera, comenzamos de manera simple pero significativa, saludándonos y compartiendo nuestras visiones sobre lo que el futuro podría deparar. Este acto inicial abrió la idea central que exploraríamos: el concepto de la «topia», una noción que reside en algún lugar entre el binarismo utopía y distopía; esperanza versus desesperanza; un idealismo blanco y un desastre donde el capitalismo habita de modo feroz. Descubrimos que nuestras propias narrativas, tanto individuales como colectivas, están intrincadamente tejidas entre estas dos realidades, oscilando eternamente entre la esperanza y el desafío.
Y claro estamos hablando siempre de futuro, aquello que aún no existe, lo que persiste como un sueño, pero que se torna lúcido a medida que el presente lo configura. El único misterio en todo esto es la narración que nos brinda la naturaleza.
Bien, retomando nuestra conversación, en esa sesión exploramos la noción de «topia», un espacio en blanco, pero que se convierte en un lugar para nuevas narrativas sobre el futuro. Este no-lugar, vacuo en la linea que se nos presenta, puede diseñarse desde los territorios y sus visiones, problemáticas propias, sociales y medioambientales.
En el centro de esta narrativa, encontramos a Latinoamérica, un conjunto de identidades y complejas temporalidades. Nos planteamos interrogantes sobre el papel de esta región en la construcción del futuro global y si estamos destinados a ser meros proveedores de recursos.
Este enfoque en cómo conceptualizamos y visualizamos las utopías del futuro nos condujo a una segunda jornada del taller donde se presentaron las tareas dejadas. La presentación fue, para decirlo de manera simple, asombrosa. Incluyó elementos como poesía, películas, performances y un taller dentro del taller, un meta relato teórico-práctico que fue mucho mejor presentado que mi propuesta llena de fiebre y olvido.
A través del meta taller obtuvimos una reflexión fundamental: el futuro es comunitario. Descubrimos que no se trata simplemente de aceptar las profecías útopicas-distópicas que a menudo nos bombardean, sino de escribir nuestras propias historias.
Nuestro futuro es aún, a pesar de las presiones y las representaciones predominantes en la sociedad, un espacio que podemos llenar con nuestras propias narrativas y visiones. Es una creación colectiva y colaborativa que se fundamenta en la resiliencia de los pueblos, y el poder de las personas.

Esta experiencia nos recordó que, en nuestra búsqueda del conocimiento y la comprensión, debemos mirar hacia atrás para caminar hacia adelante. Solo al abrazar nuestras raíces y enfrentar los desafíos con valentía, podremos llegar a un futuro que refleje nuestras visiones más profundas.
Hay algo que me gustaría retomar, que tiene que ver mucho con la catarsis del taller, nuestras conversaciones, pero sobre todo de la red que se tejió fuera del espacio formal. Como describí al inicio del texto, estuve muy mal, llegué con gripe y la altura fue otro golpe a lo frágil que ya estaba. El lugar donde nos hospedamos todes, el Frankie, fue un espacio de contención e intercambio. No sólo porque me dió soporte humano cuando estuve mal, sino por las conversaciones y espacios compartidos durante el día a día, preocupación por lo que comíamos, cómo estábamos, cuál eran las realidades de nuestras ocupaciones, etc.
Sin duda, el proyecto no sólo me ofreció una oportunidad de encuentro, vinculaciones e intercambios, sino re-pensar lo que podríamos pensar del futuro hacía los multifuturos latinoamericanos.

